La Alberca

La Alberca de F.J.Pineda La Alberca de F.J.Pineda

F.J.Pineda perseguidor de la belleza, la paz, el sosiego y el buen comer ha dado con uno de los pueblos de Salamanca que tiene todo ello, la Alberca.

 

La Alberca hermosa y serena se muestra al mundo como un lugar de retiro donde el alma y el cuerpo encuentran remansos de paz para aquellos que huyen del mundanal ruido y de las prisas.

 

Un paseo por sus calles nos traslada a otros tiempos, a otros mundos, perderse por sus rincones y plazuelas es tarea obligada y uno de los mayores placeres para los que buscan paisajes pintorescos, trazados imposibles de belleza singular, fachadas equilibristas y juegos de luces y sombras que alegran nuestra vista. El marrano de san Antón paseando por las calles nos anunciará que es lugar este de buen jamón y de repente el alma se nos encogerá al oír el tañido de la esquila que nos anuncia que es el momento de las ánimas. Tradiciones vivas que se viven ante nuestros ojos.

Los olores y sabores de esta tierra responderán los paladares más exigentes y un paseo por el mítico y legendario valle de Las Batuecas nos recordará que todavía existen lugares exóticos de belleza natural por descubrir.

La Alberca embruja a quien se acerca para conocerla, La Alberca acoge a todas aquellas personas que quieren disfrutar de la singularidad de su arquitectura, La Alberca acoge con amabilidad a todos los que nos visitan.

Lugar de costumbres, tradiciones y ritos centenarios bien guardados con amor y rigor para el asombro de ojos bien enseñados a lo peculiar, ritos y costumbres que nos sumergen en las brumas del misterio y nos muestran el amor de los albercanos por lo ancestral.

La Alberca abrazada por un entorno de naturaleza explosiva de verdor que refresca el espíritu, de los que gustan perderse por senderos y veredas, paisajes cambiantes que nos hacen saber que las estaciones existen para disfrute de la vista.

La Alberca es buen lugar para comer y reposar, de charla tranquila y duradera y un lugar donde uno corre el peligro de abandonar todo lo que conoce, liar los bártulos y hacer de ella lugar final de parada y fonda.


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