Mingitorios, Aseos y Baños

Mingitorios, Aseos y Baños de F.J.Pineda Mingitorios, Aseos y Baños de F.J.Pineda

Mingitorios, Aseos y Baños de F.J.Pineda

 

En esta ocasión F.J. Pineda se inspira en esta serie en algo tan cotidiano como el baño y el aseo, viendo con su forma de ver las cosas lo que ocurre dentro de un mingitorio y dándonos un repaso por la historia del baño.

 

En el origen del baño hay elementos religiosos y sociales, no necesariamente vinculados con el aseo personal. Por eso, otro de los motivos por los que algunas personas renunciaron a los baños en particular y a la higiene en general era la obsesión religiosa. Si la limpieza resultaba placentera, ¿qué mejor para purificar el cuerpo, y sobre todo las intenciones, que evitarla?

Bañarse se consideraba un pecado y perjudicial para la salud. San Jerónimo, por ejemplo, consideraba el baño diario como un libertinaje. Por esta razón, los monjes de los monasterios se lavaban todo el cuerpo sólo unas pocas veces al año.

La higiene y los cuidados comenzaron a ser una preocupación para el Estado a partir de la Revolución industrial, en la que se precisó sanear las fábricas, desde el siglo XVII.
No fue hasta mediados del siglo XIX cuando por fin un doctor supo darse cuenta de la importancia de la higiene para evitar contagios. Fue el húngaro Ignaz Semmelweis quien, gracias a la observación y a su interés personal, terminó convirtiéndose en el padre del control de infecciones.

En la antigüedad recogían agua de la fuente de la plaza o de la corrala y después tener esa agua para el uso cotidiano, tanto como para cocinar como para lavarse la cara o las manos. Cuando se bañaban lo hacían por partes, quizá con una esponja, y les ayudaba otra persona a aclararse la mayoría de los "baños" se hacían echando una jarra de agua caliente sobre el cuerpo, en lugar de una inmersión completa.


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